miércoles, 14 de enero de 2009

El truco de chistera (II)

Con la camiseta verde bien puesta, el intrincado camino de los unos y ceros volvióse cada vez más complejo; muchas y nuevas características iban apareciendo; nuevas estrategias, nuevas tácticas, más y más opciones. Cuando al fin resolvieron el tema del mantenimiento económico del sitio mediante la creación de un servicio de suscripción que te daba estadísticas, caritas y las más variopintas chucherías, aunadas a una promesa de nuevas invenciones cada cierto tiempo, la creación sveriga funcionaba como maquinita, y vería venir sus mejores tiempos, con entusiastas multicolor uniéndose a la fiesta verde por racimos.


Y el juego dejó de ser un juego, para convertirse en un país...

Cuando el monstruo verde se expandía sin cesar por todo el mundo, más y más ligas de países hacían su aparición, y parecía que la expansión no tendría límites, comenzaron a darse todos esos problemas derivados de cualquier pueblo que de pronto, se vuelve más grande de lo que tenía contemplado; la tarea de controlar y mantener todo dentro de los límites del buen funcionamiento comenzaba a ser ya de proporciones que les era difícil de manejar a los creadores; y así, inocente e inconscientemente, al séptimo día crearon la política, y se sentaron a descansar.

Con el mosaico de nacionalidades, culturas, credos y religiones convergiendo en un mismo sitio, no resulta inesperado el surgimiento de los orgullos locales; desde el más inocente nacional-regionalismo, hasta el chauvinismo más paroxista. No es de extrañar tampoco que, a la fecha, los desarrolladores del juego siguen llamando "ligas" a los países; término que, aunque correcto, es francamente distante de lo real. Los torneos entre selecciones nacionales se seguían rigiendo bajo un sano espíritu de competencia, pero la elección sobre quién tomaría las decisiones que condujeran al éxito o al fracaso a un país fue delegada a la democracia. Cada liga elegiría a su seleccionador nacional; y como todos los sistemas que en la teoría funcionan perfectamente, la naturaleza humana del usuario trajo lo de siempre. Diferencias de opinión, que luego se transformaron en acaloradas discusiones, hasta llegar a las más encarnizadas y a veces hasta sucias luchas por tener el control.

En un mundo aparentemente igualitario, con condiciones de inicio idénticas para todos los que comenzaban, quienes mejor destacaban, fueron acumulando argumentos para remarcar su superioridad, y alegarla como factor de peso. A través de números, estadísticas, discusiones sobre los misterios del conocimiento del juego, y muchos tantos otros subjetivos argumentos, surgió la meritocracia. No se trata sólo de ser el mejor; el secreto radica en convencer a todos de que lo eres. Y así, llegó la primera de las características inesperadas de esta nueva comunidad: el poder. O para ser algo más precisos, la lucha por el poder.

El truco de chistera está lleno de misterios desconocidos. Cuanto más sepas acerca de esos misterios, más credenciales tienes para lograr lo que deseas. Pero hay misterios más allá del simple éxito deportivo. Para muchos, todos los matices del futbol —lesiones, finanzas, estrategias, tácticas— que los sverigos tardaron años en simular, pasaron a segundo término, y se dieron cuenta de cuál era el verdadero juego.

(continuará...)

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