domingo, 7 de diciembre de 2008

El truco de chistera

Hacía ya un buen rato que no se hablaba de futbol en el foro. Realmente los temas sobre cine, mecánica y los últimos resultados de la liga de hockey bastaban para darle vida a una comunidad integrada en su mayoría por programadores, y gente de computadoras, que gustaba reunirse en ione.se, para conversar. Era el verano de 1997, y Björn estaba pensando cómo organizar un juego de futbol en línea.

El experimento parecía dar resultado: Como con toda nueva iniciativa, la gente comenzó a entusiasmarse, a inscribirse, y a idear cosas; que si tácticas nuevas, que si órdenes individuales en vez de "optimista", "conservador", o "ultradefensivo", en fin. El truco de chistera se comenzaba a volver más divertido. Más y más gente se inscribía; para 1999, era el tema principal del passagen sueco.

Como en toda fiesta que involuntariamente se llena de invitados, pronto hubo que ponerse a organizar un poco el asunto. Así que quizá contagiados del espíritu del Y2K, El mismo Björn, junto con Johan y Daniel, que eran de los usuarios más involucrados con el proyecto, deciden fundar Extralives AB. Hmmm. ¿Será que planeaban fundar un macroimperio, emulando a todos esos nerds de Silicon Valley que se terminaron volviendo millonarios?

En realidad, esta 'empresa' fue fundada más con ánimo de banda de rock, que de empresa en sí. ¿Banda de rock? —oigan, chicos, por qué no creamos también un juego de...

¡Ejem!

Pues con la flamante extralives recién fundada, deciden comenzar con un trabajo más "serio de actualización" del juego verde; De hecho, deciden reescribirlo por completo, y para eso deben apagarlo durante un mes. El completamente nuevo Hattrick estrena diseño, estrena funciones, denominaciones, características, y tantas cosas tan fantásticas, que los creadores deciden sacarlo de Escandinavia, y compartirlo con el mundo. Es octubre del año 2000; tienen ya lista una versión del juego en inglés, que está online las 24 horas, y Argentina, Dinamarca, Francia, Inglaterra, Italia, España (que luego sería México) y Estados Unidos son los primeros en recibirlo.

El juego comienza entonces con una tendencia de crecimiento muy, muy acelerada; pronto, ya no cabe en el passagen, y debe mudarse una vez más, esta vez a Delphi. Como el tema del costo de almacenamiento ya comienza a ser un problema —estamos a principios de 2001 en esta parte del relato—; Estocolmo era un hervidero. Los servidores verían pronto rebasada su capacidad, así que en calidad de emergencia global, los suecos convocaron a las mentes más brillantes de su entorno, con el fin de idear un sistema de financiamiento sustentable para la empresa y el juego. Se les ocurre vender camisetas...

Continuará....
(O al menos eso pretendo)

domingo, 23 de noviembre de 2008

El peso del prefijo

El juego verde, es una meritocracia, se le vea por donde se le vea. Y ostentar un prefijo per sé, es motivo de envida, denostación, quizá admiración —no lo sé— y en general de las más variopintas sensaciones. Algo es un hecho: El prefijo pesa.

A muchos usuarios les impone de cierto modo verlo en las conferencias; tienen la misma reacción que tienen muchos al ver una patrulla, y no es para menos. Cada tanto, alguien pregunta ¿Cómo le hago para ser GM? Y obtiene respuestas genéricas, (aportando a la comunidad, destacando en wara wara, etc.); respuestas de odio (siendo lamebotas, o amiguito del staff en turno); Muchos incluso profieren insultos, y consideran que los GMs se sienten poderosos, se sienten con la sartén por el mango, o simplemente se sienten superiores. Nada más falso.

El prefijo a veces es una dura carga, y rara vez es una ventaja. Un usuario común puede no conectarse en días, y no importa. Un worker no. Un usuario puede responder como quiere, un worker no. Un usuario puede opinar como guste, y su opinión será sólo su opinión. La opinión de un trabajador en cambio, puede ser sacada de contexto, usada en su contra un millón de veces, y estorba mucho a la hora de tratar de establecer una postura. A los trabajadores se nos dice que "debemos reforzar la regla, incluso si no estamos de acuerdo con ella", los usuarios pueden buscar mil y una formas de salirse por la tangente.

Obviamente, no todo es drama, o nadie sería voluntario en este juego. Pero como dijo el tío Ben, ese gran poder implica una gran responsabilidad. Y no siempre es fácil de llevar. Porque muchos de los usuarios que ostentan un prefijo, no comprenden que el respeto no se gana sembrando el terror a botonazo limpio, sino siendo siempre congruente. Suena simple, aunque en la práctica siempre es algo más complicado. Los voluntarios en ligas con pocos usarios, rara vez pulsamos los botones mecánicamente, con estricto apego a las reglas, que de por sí son ambiguas, y apelan al —tan siempre subjetivo— criterio. Sabemos que debajo de ese botonazo, está un usuario que para bien o para mal, es un apasionado del juego, y que quizá esa misma pasión le ha llevado a cometer errores, o simplemente a violar las sacrosantas reglas.

Se dice que nosotros juzgamos, y que a nosotros nadie nos juzga; aunque en realidad, tengamos a un montón de colegas y al big brother sverigo con la mirada siempre puesta sobre nosotros; eso, y la percepción generalizada de la comunidad (buena o mala) es un examen bastante más duro de lo que algunos imaginan.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Como siempre

Las cosas vuelven siemre a su insospechado sitio. Es absurdo dividir a la gente en buena y mala. La gente es tan sólo encantadora o aburrida.

sábado, 10 de mayo de 2008

Cerramos los sábados

Conociendo el riesgo de hacer caso omiso de una de las directivas de los directivos de la cosa verde, capítulo 12B de las guías, donde hay una larga lista de recomendaciones de cosas que hay que hacer para no jeopardizar la seguridad del juego (me encanta el histrionismo sueco!), diré que el mejor día para cerrar equipos, es el sábado por la tarde.

Sí, si. Además de lo insulso que resultaría cerrar a alguien un martes, por ejemplo, el que llegue la gente completamente confiada a checar cómo rinde su nuevo delantero de 20 millones contra uno de los odiados rivales de liga, y que se encuentre con que no puede entrar, es morbosamente motivante. ¿Jugar con la desesperación y los sentimientos de la gente? Sí. Sin duda. Por eso los voluntarios de este juego van perdiendo paulatinamente a sus supporters. :)

¿Más razones? Alguien que es cerrado por ejemplo un lunes, por lo general esperará un par de días para conectarse. Para cuando entienda lo que ocurre, seguramente estará menos molesto que si se hubiera enterado en la víspera del juego de liga trascendental.

Quizá en algún momento, me ponga a hablar sobre la psicología de los tramposos. Francamente, hay correos que uno quisiera compartir con todo el mundo, como aquellos que amenazan con demandarnos en EUA (?), o aquellos que profieren los más creativos y divertidos insultos, pasando desde luego por los transtornados que hacen lo posible por 'demostrar' que son 2 personas distintas, o que un delantero débil de 27 años sí vale los 5 millones. Como sea, es un buen pasatiempo para un dominguito después de los partidos. :)

Razones para loguearse

Tiene ya rato que, a propósito de su aniversario, Carlos, del club Newpi abrió un hilo en la conferencia para celebrar tal acontecimiento. 6 años en este juego.

Un usuario como él, vivió muchas cosas; vivió todos los cambios, los eventos, las peleas épicas y todas esas cosas que le confieren una envidiable categoría de viejo lobo del desierto. Un post escrito sin pretensiones, pero con una potencia moral digna de llamar la atención. Hablaba que extrañaba un poco a la gente que ya no está, pero que también le daba gusto conocer a mucha de la gente que está ahora. De cómo a veces leía pero que no siempre encontraba muchos motivos para escribir, de cómo percibía los cambios y compartía en general, la visión de su experiencia sin meterse en el conflicto de los juicios de valor; quizá ya no era como antes, pero durante todos esos años, ha encontrado alguna razón para loguearse.

Hay momentos de complicación y hastío; una mirada retrospectiva y autocrítica nos muestra que no hemos sido todo lo buenos mánagers que quisiéramos, o en ocasiones ciertos cambios nos perjudican de un modo tal, que tenemos ganas de dejarlo todo. Eso se ve muy seguido. Y no pasa a mayores. Sin embargo, conforme se pasa tiempo por aquí, uno va generando nexos con la gente. Nexos que llegan a veces a límites insospechados, y que al cambiar, como cambia la vida, no siempre resultan sencillos de manejar.

Más de un usuario me ha preguntado qué es lo que tiene que hacer para dejar el juego. Si se le mira superficialmente, la respuesta sencilla es "deja de conectarte durante 7 semanas". Sin embargo, el asunto no es tan simple. Preguntar "cómo lo dejo", implica cientos de cosas más que sólo perder el equipo. Los malos resultados deportivos, casi siempre se pueden revertir. Los malos resultados en las relaciones humanas, siendo incluso una cuestión de estrategia, resultan harto complicados. Quejas del tipo "es que los sueldos están altísimos", "es que estas calificaciones no pueden ser", "es que el Hattrick está en mi contra", etc. son sencillas si se las compara con "Ufa, apenas se loguea y se me acelera el corazón", o "es que ya no entiendo por qué se pone así por las firmas de mi GB"...

Las cadenas que nos unen a este jueguito son demasiado débiles para que las sintamos, hasta que son demasiado fuertes como para que las podamos romper. Hay quien tiene que alejarse, y sin embargo vuelve, como vuelve la nostalgia por una patria perdida; hay quien simplemente se marcha, y tiene la capacidad de no mirar atrás. Hay quien se muestra renuente a entrar, por no hacerse de más complicaciones, pero termina asomando la mirada sobre lo que aún queda por hacer. A veces no es fácil. Hay ocasiones en las que incluso es incómodo; en esos momentos viene bien alejarse un poco, darse un respiro, dejar que las aguas vuelvan a su cauce. De las primeras cosas que uno nota al unirse al juego, es que la paciencia es un valor primordial. Más en ocasiones en las que todo parece transcurrir con una lentitud exasperante.

Siempre he creído que el momento de dejar el juego, es cuando no tengas motivo suficiente para hacer un login al menos una vez cada siete semanas, no cuando tengas motivos para no loguearte durante ese tiempo. Quizá no es tan difícil para aquellos que se marcharon, como para los que nos seguimos logueando, y de pronto, recordamos.

lunes, 21 de abril de 2008

El domingo, la familia

Decir que Hattrick es sólo un juego, es como decir que Borges es sólo letras
—yo mismo, 2005.


Hola, Soy Genrus. Algunos conocen la historia del apodo, algunos no. Probablemente muchos me conozcan a través del dichoso jueguito verde, que es a la postre, la intención temática de este blog. Y del juego, lo que más me maravilla día a día, sin duda, no es su parte lúdica.

Como todos los domingos, en los que dispongo de un momento de paz, me siento delante del ordenador, sin la presión creativa que es parte de mi vida cotidiana como diseñador. Es un día en el que puedo dejar un poco de lado todos mis agobios, todas mis inquietudes, y entregarme en pleno a la tarea de escribir. Escribo sin prisa, sin la autopersecución de cuidar mi redacción o la congruencia de mis frases. Así, de juego. De todas las facilidades que dan la liberadoras y biennombradas ganas de echar desmadre.

No sé exactamente cómo este jueguito se volvió tan presente en mi vida. De haberlo sabido de antemano, quizá me habría acercado con más cuidado, pero nunca me arrepentiría de haber entrado. Me ha traído alegrías —las más—, me ha traído excelentes amistades y personas, así como también inquietudes, enojos, rabias, retos, satisfacciones sinsabores y una serie de emociones que no son tan difíciles de describir para el usuario, como tratar de comprender para quien no lo es, para quien nunca ha sido parte de esto.

Día a día durante estos años, he encontrado una razón para loguearme. A veces el enojo me hace hacerlo con rabia, o desloguearme abruptamente tras leer algo que no me gusta. A veces también me he conectado de los sitios más inverosímiles, o en las situaciones menos propicias. Algunos se jactan de estar conectados y posteando a las cero horas del 25 de diciembre o del primero de enero, pero aseguro que muy pocos (jactanciosamente no demasiado pocos) han interrumpido un coito a la 1 de la mañana, para ir a ofertar por un portero que es fundamental para la víspera de un trascendental partido de liga.

Sin duda, escasas de las que uno ha hecho en pro, en contra, en pos o ex profeso para el juego, no son como para sentir al menos un poco de verguenza, sobretodo si son analizadas desde la lógica del tan mentado pero a la vez tan ausente sentido común (sic). Los que estamos aquí lo sabemos. Lo entendemos. Muchas veces nos burlamos de situaciones particulares, pero con la mesura que corresponde al hecho de que nadie puede garantizar que a nosotros no nos pasará. Muy a la manera de cada quién, todos estamos en mayor o menor medida estamos locos. Todos nos apasionamos, sobrereaccionamos, nos angustiamos o llegamos a las fronteras del paroxismo en algún momento, y miramos con una sensación parecida a la lástima a quienes no comprenden nuestra aparente sinrazón.

Harto seguido, la gente que no es parte de este mundo, considera que somos una panda de inadaptados, geeks y discapacitados para llevar una vida dentro de la definición académica de lo "real". Nosotros solemos considerar lo mismo, pero nos sigue gustando compartirlo log a log. Somos unos verdaderos fenómenos sociales. Somos una gran familia. :)

martes, 8 de abril de 2008

Síntomas. (Primera de muchas partes)

Ud. puede tener algún grado de adicción al juego, si presenta por llo menos alguno de los siguientes síntomas.

1.- Ha pagado más de lo que tenía planeado por un jugador, sólo por ganárselo a ese holandés desgraciado, quien además estuvo haciendo dolosamente sus pujas en el último minuto.

2.- Ha pernoctado, puesto el despertador, o dejado de hacer algo importante, sólo para poder pujar en una subasta, y ganarse a ése medio central que tanto necesita su club.

3.- Ha gritado ¡Gol! durante un partido a través de HT-Live. No, no hablo de sólo alegrarse: Hablo de gritarlo, alzar los brazos, incluso hacer alguna pirueta,  y notar cómo tras ese breve instante de euforia, la gente se lo queda mirando como si estuviera loco. Incluso cómo gente se acerca a su monitor a mirar qué hace, sólo para ver una página verde y un texto en rojo, y confirmar la teoría de que en verdad ud. está loco.

4.- Ha estado silbando, mordiéndose las uñas, pulsando enfermizamente F5, mirando el reloj, o respirando con dificultad durante los últimos minutos de un partido difícil, en donde casual o inesperadamente, se está obteniendo el resultado favorable.

5.- Ha celebrado una victoria contra ese hdp del líder de su liga, que se pasó el torneo entero bardeando acerca de sus objetivos, de su gloria, de cómo la división le quedaba chica, etc. y no importando el MOTs, ni el que quizá la semana entrante ud pierda en casa contra el colero, el placer de sentir que le escupimos el guisado, lo paga todo.

6.- Se ha pasado más de 15 minutos poniendo una alineación, o la ha cambiado más de 4 veces en el transcurso de un día. La mayoría de éstos cambios o indecisiones, sólo es en las órdenes tipo "ofensivo" o "defensivo", y no es nada radicalmente distinto a lo que ha empleado los últimos 8 partidos.

7.- Ha pensado en más de una ocasión que el juego está mal, que Johan, Björn, y compañía no son más que una manga de frikies, y que los suecos sólo deberían dedicarse a organizar los premios Nobel, pues tiene la recurrente sensación de que cuando ud. quiere vender a sus entrenados el mercado está bajísimo, cuando quiere reforzarse está altísimo; si se ha roto el alma 3 temporadas y tiene un prospecto para la U20, el sistema de pronto cambia, y decide que los multiskills son el futuro, y su jugador ya no es más de interés para el seleccionador; si ud. tiene un gran ataque, el ataque no importa; la forma siempre tiende a seleccionar a los jugadores clave para irse al piso, y no a los otros, y un largo, larguísimo etcétera.

viernes, 7 de marzo de 2008

Sobrevivir

Sí, no siempre es fácil. Hay ocasiones, en las que  uno incluso quisiera no tener que loguearse. Esto es un juego, sin duda. Y a veces, en el juego, uno tiene tan malas cartas, que no sabe si renunciar, o por lo menos hacer un poco larga la agonía; no por un supuesto y mal entendido orgullo, sino más bien, porque a veces es difícil renunciar sin al menos dar un par de coces.

A saber.

jueves, 14 de febrero de 2008

Seguidos.

Y sí.

No ha sido exactamente un mal día, pero es un hecho que tengo miedo. Lo que más incomoda del destino, no es su inminencia, sino su insufrible olor a proximidad.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Reflexiones Estadísticas.

Siempre he creído que el optimismo, como forma de vida, es una completa pérdida de tiempo. A los optimistas, quienes simplemente creen que todo saldrá bien, y viven de una suerte de 'opio buena onda', que les permite salir adelante, y omitir lo malo, dan ganas de patearlos, por optimistas.

A los que por el contrario, lo ven todo fatal, y gustan de dramatizar la más pequeña gota de agua en el vaso ése de las tempestades, también los abomino, aunque comparativamente, los pesimistas son menos estresantes que los optimistas. No sé. Al menos el dolor, o la desazón dan lugar a algo de inspiración artística, composición poética, o sana locura. Dale, no estamos aquí para sufrir. Claro, tampoco para ser felices. ¿Qué queda? ¿El navegar tranquilamente entre estas dos orillas, y que te llamen conformista?


Crear expectativas es un ejercicio útil. De lo mal generadas o planteadas que estén, depende esa terrible sensación de fracaso, o esa temible sensación de vacío si es que acaso se han cumplido. Prefiero a los que maldicen en vez que a los que se resignan. Maldecir es lo más catártico que puede ocurrirnos. Una vez que se ha maldicho lo suficiente, invariablemente vienen o el llanto que todo lo lava, o el mágico buen humor que todo lo cura. Cuando nos reímos de nuestras propias tragedias, o cuando nos reímos de las tragedias de los demás, devolvemos las cosas a su punto original.

Empecé pesimista, en una liga en la que creí que me iban a patear. Me puse optimista, en algún momento, donde estuve incluso en primer lugar. Alimenté mi ego con estadísticas del Alltid. Regresé en breve a la realidad, y pasé el momento liberador de reírme de mi propia mala suerte. He encontrado el equilibrio. Los primeros instantes, me sentí satisfecho. Después, llegué al estado que castiga todos los pecados del conformismo y la capacidad de hacer un análisis concienzudo de las cosas.


Estoy sumamente encabronado. Todos los jugadores van a la venta. Un partido sin goles, es como el sexo sin orgasmos.

viernes, 8 de febrero de 2008

Cinco minutos.

Hay montón de momentos cruciales. Unos, son la bifurcación justa entre el éxito y el fracaso. Otros, son simplemente decisiones y caminos concretos entre un mar de 'hubieras' que tampoco interesan.

El tema, es que no siempre puede uno decidirse a tiempo. A veces lo mejor es no decidir, aunque esto en sí sea una decisión. Es sólo que a veces, hacen falta unos minutos para comprender exactamente qué es lo que estamos decidiendo...

jueves, 17 de enero de 2008

Dados y canicas.

Alguna vez mencioné no estar obsesionado con el éxito. Y aunque esto es leído como un signo inequívoco sea de pusilanimidad, de conformismo, o de simple carencia de expectativas, es realmente así. Otra vez el estúpido jueguito en línea me pone a reflexionar sobre todas las cuestiones que se entretejen alrededor de él.

A veces, y haciendo el inevitable paralelismo con la vida real, cuando las cosas salen bien, es muy fácil hablar del éxito: De las decisiones acertadas que hemos tomado, de cómo nos hemos sobrepuesto a la adversidad, de cómo el camino no fue fácil, pero gracias a nuestra interminable lista de cualidades, logramos bla bla bla. Sí. Sí que es fácil contar historias de éxito. Y cuando los resultados nos son adversos, en el otro extremo, también es fácil de contar: maldecimos a nuestra suerte, a los misteriosos engranes invisibles que se atascaron impidiéndonos lograr aquello que tanto deseábamos, y le damos muchos tintes de dramatismo. ¡Ay, dolor, ya me volviste a dar!


Uno basa su estrategia para encarar cualquier problema, con base en su conocimiento, su experiencia, su intuición. A veces sale, a veces no, pero al menos obtenemos aquello que es tan característico de la experiencia (se adquiere cuando ya no se necesita). Sin embargo, hay momentos en donde algún escollo inesperado lo echa todo a perder, pues nunca lo consideramos factible. Es como un accidente, como un tropiezo que por incalculado causa la indigerible sensación de frustración del "si no hubiera..."

Allí, donde no puede ser considerado un fracaso por lo mucho que se había avanzado, pero tampoco un triunfo, porque tampoco se obtuvo lo que se deseaba, es donde contar la historia comienza a complicarse. Donde ya no se sabe qué esperar de ella, donde escapa a nuestro entendimiento, y las horas de reflexión se vuelven inútiles. La satisfacción de haber dado el mejor esfuerzo, no es paliativo de nada. Y por más que en un arranque de optimismo conciliador, querramos creer que siempre habrá otra oportunidad, lo cierto es que lo que estaba allí, perdió un poco de su aura, perdió un poco de su frugal sabor de logro, de su primer aroma a gusto. Perdió la sorpresa, perdió la magia.


Si la vida da uno de esos giros que tanto gustan de redactarse —para bien o para mal, el recuerdo de todo tal vez esté algo agotado de latir, o esté lo suficientemente frío para que podamos tomarlo de nuevo; tal vez ya pase al estante de la experiencia.. Y tal vez se termine volviendo en algo útil. Pero mientras tanto, más que doler, es difícil de interpretar. Si alguien me conoce o al menos medio me ubica y lee esto, pensará que hablo de la eliminación de mi equipo en semifinales de un torneo de Copa. Le concederé la razón, así sea por no dar explicaciones. Si alguien me conoce verdaderamente, comprenderá que esto es una intrincada y elaboradísima metáfora de algo que va mucho más allá, y que aún no digiero. La vida a veces nos sorprende tirando sus dados, justo cuando estamos jugando a las canicas.